Frente al silencio.

Frente al silencio.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Ray Bradbury



Fragmentos:



      ―Me preguntarás, ¿cuándo empezó nuestra labor, cómo fue implantada, dónde, cómo? Bueno, yo diría que, en realidad, se inició aproximadamente con un acontecimiento llamado la Guerra Civil. Pese a que nuestros reglamentos afirman que fue fundada antes. La realidad es que no anduvimos muy bien hasta que la fotografía se implantó. Después, las películas, a principios del siglo xx. Radio. Televisión. Las cosas empezaron a adquirir masa.
      Montag permaneció sentado en la cama, inmóvil.
       ―Y como tenían masa, se hicieron más sencillas ―prosiguió diciendo Beatty. En cierta época, los libros atraían a alguna gente, aquí, allí, por doquier. Podían permitirse ser diferentes. El mundo era ancho. Pero, luego, el mundo se llenó de ojos, de codos y de bocas. Población doble, triple, cuádruple. Films y radios, revistas, libros, fueron adquiriendo un bajo nivel, una especie de vulgar uniformidad. ¿Me sigues?
      ―Creo que sí.
      Beatty contempló la bocanada de humo que acababa de lanzar.
      Imagínalo. El hombre del siglo XIX con sus caballos, sus perros, sus coches, sus lentos desplazamientos. Luego, en el siglo XX, acelera la cámara. Los libros, más breves, condensaciones. Resúmenes. Todo se reduce a la anécdota, al final brusco.
      ―Brusco final dijo Mildred, asintiendo.
      ―Los clásicos reducidos a una emisión radiofónica de quince minutos. Después, vueltos a reducir para llenar una lectura de dos minutos. Por fin, convertidos en diez o doce líneas de un diccionario. Claro está, exagero. Los diccionarios únicamente servían para buscar referencias. Pero eran muchos los que sólo sabían de Hamlet (estoy seguro de que conocerás el título, Montag. es probable que, para usted, sólo constituya una especie de rumor, Mrs. Montag), sólo sabían, como digo, de Hamlet lo que había en una condensación de una página en un libro que afirmaba: Ahora, podrá leer por fin todos los clásicos. Manténgase al mismo nivel que sus vecinos. ¿Te das cuenta? Salir de la guardería infantil para ir a la Universidad y regresar a la guardería. Ésta ha sido la formación intelectual durante los últimos cinco siglos o más.

***






      ―Cuando muere, todo el mundo debe dejar algo detrás, decía mi abuelo. Un hijo, un libro, un cuadro, una casa, una pared levantada o un par de zapatos. O un jardín plantado. Algo que tu mano tocará de un modo especial, de modo que tu alma tenga algún sitio a donde ir cuando tú mueras, y cuando la gente mire ese árbol, o esa flor, que tú plantaste, tú estarás allí. <<No importa lo que hagas decía, en tanto que cambies algo respecto a como era antes de tocarlo, convirtiéndolo en algo que sea como tú después de que separes de ellos tus manos. La diferencia entre el hombre que se limita a cortar el césped y un auténtico jardinero está en el tacto. El cortador de césped igual podría no haber estado allí, el jardinero estará allí para siempre.>>
      Granger movió una mano.
      ―Mi abuelo me enseñó una vez, hace cincuenta años, unas películas tomadas desde cohetes. ¿Has visto alguna vez el hongo de una bomba atómica desde trescientos kilómetros de altura? Es una cabeza de alfiler, no es nada. Y a su alrededor, la soledad.
      >>Mi abuelo pasó una docena de veces la película tomada desde el cohete, y, después manifestó su esperanza de que algún día nuestras ciudades se abrirían para dejar entrar más verdor, más campiña, más Naturaleza, que recordara a la gente que sólo disponemos de un espacio muy pequeño en la Tierra y que sobreviviremos en ese vacío que puede recuperar lo que ha dado, con tanta facilidad como echarnos el aliento a la cara o enviarnos el mar para que nos diga que no somos tan importantes.
      >>Cuando en la oscuridad olvidamos lo cerca que estamos del vacío decía mi abuelo, algún día se presentará y se apoderará de nosotros, porque habremos olvidado lo terrible y real que puede ser.>>






Ray Bradbury. "Fahrenheit 451". 1993, Random House Mondadori.




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