Frente al silencio.

Frente al silencio.

viernes, 1 de mayo de 2015

Hermann Hesse.




Fragmentos:




EL HIJO DE BRAHMÁN


      A la sombra de la casa y bajo el sol, a la orilla del río y junto a las barcas, a la sombra del bosque de sauces y el huerto de higueras, creció Siddhartha, el hermoso hijo del brahmán, el joven halcón, en compañía de Govinda, amigo suyo y también hijo de un brahmán. El sol, a la orilla del río, fue bronceando sus claras espaldas durante el baño, las abluciones sagradas y los sacrificios religiosos. La sombra se fue infiltrando en sus negros ojos bajo el bosquecillo de mangos, en el curso de sus juegos infantiles, al escuchar en canto de su madre, durante los sacrificios religiosos, al seguir las enseñanzas de su padre, el sabio, y las pláticas de los maestros. (…)





SANSARA


      Entregóse Siddhartha largo tiempo a la vida del mundo y de los placeres, aunque sin integrarse nunca en ella. Sus sentidos, que él prácticamente matara durante su ferviente etapa de samana, volvieron a despertarse. Y si bien llegó a probar la riqueza, la voluptuosidad y el poder, en el fondo de su corazón seguía siendo un samana, como muy bien advirtió Kamala, la Inteligente. El arte de meditar, esperar y ayunar continuó rigiendo su vida, y los seres humanos entre los que vivía, los hombres niños, le eran tan extraños como él mismo lo era para ellos. (…)










A ORILLAS DEL RÍO


      Siddhartha echó a andar por el bosque, ya lejos de la ciudad, con una sola certidumbre en la cabeza: la que no podía regresar, que esa vida que llevara durante años era algo definitivamente concluido, algo de lo cual había disfrutado hasta el hartazgo y el agotamiento. Había muerto el pajarillo cantor que viera en sueños. Y también aquel otro que moraba en su corazón. Se hallaba aprisionado entre las redes del sansara; el hastío y la muerte lo habían impregnado por todas partes como el agua empapa una esponja hasta hincharla del todo. Estaba, pues, repleto de hastío, miseria y muerte, y nada en el mundo era capaz de atraerlo, distraerlo o consolarlo. (…)





EL BARQUERO

      <<A orillas de este río deseo quedarme pensó Siddhartha; es el mismo que crucé una vez en mi ruta hacia los hombres niños. Un amable barquero me condujo entonces: quisiera verlo. De su cabaña partió ese día el camino que me llevó a mi nueva vida, ahora envejecida y muerta...¡Que mi camino actual, que mi nueva vida se inicie también en ella!>>
      Contempló con ternura la corriente, su transparencia verde, las líneas cristalinas de su misterioso dibujo. Vio surgir perlas brillantes desde el fondo y flotar quietas burbujas en la superficie, que reflejaba el azul del cielo. Con miles de ojos lo miraba a su vez el río: verdes, blancos, cristalinos, celestes. ¡Con qué fascinación y gratitud amó aquella agua! En su corazón oyó la voz, que había vuelto a despertar y le decía: <<¡Ama estas aguas! ¡Quédate a su lado! ¡Aprende de ellas!>> (…)








Hermann Hesse. “Siddhartha”. 1992, Plaza&Janes.



No hay comentarios: